¿Para qué escribo? Para contar mi historia, una más entre tantas historias de madres, pero no una cualquiera porque es la que me toca. Para contactar madres o padres de la blogósfera, cual botella al mar. Para mantener mi escritura activa. Para registrar momentos mientras mis chiquitos crecen vertiginosamente rápido.

jueves, 1 de marzo de 2018

Doble escolaridad: del "yo nunca-nunca" a la mejor opción

Llega marzo, y con el final del calor con un lorca más insoportable que en febrero volvemos todos a las aulas. Hoy empecé como maestra un nuevo ciclo lectivo, lo que siempre me trae alegría y un entusiasmo renovado porque me encanta estar con mis alumnos y compartir el día a día, más allá de que la coyuntura política insista en despreciar y en menospreciar nuestra labor.
Literalmente, ¡me dio la
espalda todo el tiempo!
Pero hoy no quiero hablar de mí, hoy quiero hablar de mi hija mayor que empezó su preescolar. Hoy fue un día feliz, verla sonreír y abrazarse con sus amigos -con los que viene acompañándose desde salita de 2. Escuchar sus intervenciones en voz alta (y qué caudal de voz tiene la peque) durante la formación en el patio. Sonreír pensando en que mal no le vendría media pastillita de Rivotril mezclada con el Nesquick para que baje un cambio. Sacarle fotos en las que no salió mirando a la cámara porque ni para eso me dio bola.

Y, a la vez, no deja de ser un día agridulce. Tengo esa sensación de lo rápido que se pasa el tiempo y cómo se escurre su infancia entre mis días. Si ya venía sintiendo esto de que sus horas dejaron de pertenecerme, ahora que va a concurrir doble turno al jardín, menos que menos. Saco la cuenta y veo que, quitando el desayuno y la caminata al cole, vamos a pasar separadas el doble de horas de las que la voy a tener en casa. Y un poquitito se me estruja el corazón. "Qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti...."
Allá por la prehistoria, lo que desde mi punto de vista es cualquier momento previo a convertirme en madre, siempre sostuve que "yo nunca-nunca" mandaría a mis hijos a doble escolaridad. Será porque el único año que yo cursé con esta modalidad -cuando tenía 12 años- fue una verdadera pesadilla. En mi caso, lo terrible no fue la jornada larga en sí, sino ser nueva en el último año de primaria, hallarme entre una jauría de feroces preadolescentes que se maquillaban, besaban en la boca a sus noviecitos e iban a bailar mientras yo venía de un verano de paseos en bicicleta y -glup- todavía jugar a las Barbies... Pero bueno, el hecho de pasar tantas horas en la escuela a merced de estas criaturas impiadosas no ayudó. Como sea, me dije que si un día tenía hijos, iba a ser para pasar mucho tiempo con ellos, y no para "sacármelos de encima" mandándolos tanto tiempo al cole.
Crecí, hice un secundario de jornada prolongada pero no doble, y fue genial. Aún sin asistir a colegio bilingüe, aprendí inglés y computación, lo que reforzó mi convicción de que realmente no es imprescindible el colegio del jumper y el escudito verde para tener futuro en la vida. Crecí, conseguí trabajo en un jardín carísimo bilingüe, vi a chicos de la edad que ahora tiene mi hija sufriendo estrés por tener que dar exámenes de ingreso (!) para conseguir vacante en uno de esos colegios exclusivos de zona norte, y me juré y me repetí una vez más que no, que "nunca-nunca" iba a inscribir a un hijo mío en un doble turno.
Y viene la vida, y vienen tus hijos, y vienen los tiempos que corren, y todo se conjuga para tirar de culo tus convicciones. En mi caso, tanto mi marido como yo nos dimos cuenta de que el doble turno es la mejor alternativa por varios motivos. 
- Por un lado, porque la propia manera de ser de Dani hace que las tardes con nosotros se le estén haciendo chicle: no hay mucho espacio en casa para desplegar la imaginación jugando sola, duerme pocas horas (no hace siesta desde los tres años y medio), ocupa su tiempo con televisión o computadora, se aburre hasta que finalmente Quiqui despierta y los podemos llevar un rato a la plaza. 
- Por otro lado, la infancia de Dani no es la mía: no hay jardín de la abuela ni de casa, no hay veredas donde ir a andar en bicicleta, no hay una hermana de la misma edad con la que jugar sino un hermanito chiquito que necesita silencio a la hora de la siesta. Sí hay un espacio lúdico y de aprendizaje lleno de chicos con los que pasar el día aprendiendo y descubriendo nuevas experiencias. 
- Finalmente, también ayuda haber encontrado el colegio. Yo trabajo ahí desde hace años, me gusta tanto la institución que decidí elegirla también como escuela para mi hija. Ni nombre en inglés, escudito verde ni jumper. Sí hay un buen nivel de inglés (pero no más carga horaria que de castellano), club, pileta de natación, taller de yoga, ajedrez toda la primaria, teatro y un clima de familiaridad, compañerismo y contención. Un grupo de padres con el cual me siento cómoda y en el que ya he encontrado amigas nuevas. Maestras muy distintas entre sí, pero todas amorosas, dedicadas y a las cuales mi hija adora año tras año. 
Solo se dio vuelta para decirme
"chaaaau, mami!!!"

Entonces, estoy segura de que en el caso de Dani, ir a preescolar mañana y tarde va a ser la mejor opción, y no solo en el sentido de lo mejor posible, sino realmente lo que ella más quiere y lo que le va a resultar más enriquecedor. De todas maneras, estamos abiertos a escucharla. Si la notamos muy cansada o pierde el entusiasmo pronto, todavía se puede recalcular. Pero, conociéndola como la conozco, lo dudo mucho. Creo que el ofrecerle ir solo algunas veces por semana, o volver a comer a casa determinados mediodías, responde más a mi necesidad que a la de ella. Sé que la voy a extrañar a mi chiquita grande.
Mientras tanto, el gordo gana algunas horas de exclusividad que le van a venir bárbaras. Hijito menor que le sigue el trote a la hermana grande, está buenísimo que pueda estar algunos ratos solo conmigo, comer a su ritmo, ir a jugar a la plaza a juegos de su tamaño y no a las trampas mortales que explora cuando vamos con la acróbata de cinco años. Y creo que puede ser una buena oportunidad para compartir esos momentos con mi chiquito chico.

¿Qué opinan de la escolaridad doble turno? ¿Responde más a una necesidad de los chicos, o de nosotros los padres? ¿Y hay algún "yo nunca-nunca" que hayan dicho como madres o padres del cual después se hayan arrepentido?

4 comentarios:

  1. Sobre el doble turno no diré nada, pero te diré que me encantó leer que se enseñe ajedrez y teatro en el colegio.

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  2. En mi caso de haber podido mandarla medio turno lo hubiera hecho, cuando consegui una persona de confianza para que vaya media jornada y se pudiera quedar con ella mientras yo tenia que trabajar me organice y la sacamos. Luego preescolar y el resto fue a colegio con escudito y jumper (como decis vos) que era de doble escolaridad obligatoria, el colegio en el q la habia inscripto cerro a fin de año y este me la tomaba porque ya era imposible conseguir vacantes en otro. Pasamos por algunos incidentes como simular dolores de panza o decir q extrañaba y habia que ir a retirarla, para mi fue muy duro y tristísimo! Por suerte el secundario es de media jornada! Y ella ya es grande y puede quedarse sola, creo q es un premio q nos regalo la vida a las dos, lamento que desde los 6 meses tuvo que hacer doble pq no quedaba otra. Fueron años muy sacrificados pq cada mediodia yo me iba en mi hora de almuerzo a comer con ella y cortaba 18hs en punto corriendo a buscarla, fuerom años agotadores de corridas y tensiones. Creo que eso ella lo percibió y con su madurez que siempre la caracterizó y caracteriza creo que entendió que era su realidad y que mamá hizo mucho más de lo posible.... no es fácil, este fue el principal motivo por el que decidí no tener mas hijos, así que fue muy definitorio en mi vida de mamá. Buenísimo el post! Me encantó! Toda la suerte en esta nueva etapa para las dos!

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  3. Muy lindo Mariana. Me sentí muy identificada. Creo, siempre, que más allá de lo que pensemos, nuestras coyunturas van marcando todo. Y se hace un mix de necesidades que no siempre es muy fácil de distinguir. Pero creo que a los cinco años, para aburrirse en la casa, es preferible que esté en la escuela con sus amigos (y más si es una escuela que respetan a los chicos: también veía con horror cómo sufrían los chicos de escuelas bilingües preparando exámenes e ingresos).

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  4. José Alfonso, es buenísimo! No tengo nada en contra del inglés en sí (de hecho, a Dani le encanta) pero me molesta que se le dediquen tantas horas a expensas de otras actividades más provechosas.
    Marce, justamente, creo que tu ejemplo es claro de que a veces el doble turno ayuda a compatibilizar las necesidades laborales de hoy y uno trata de darles lo mejor posible. Yo creo que los chicos se dan cuenta de cuándo es una necesidad real de la familia (como les ocurrió a ustedes) y cuándo es más para sacárselos de encima (creeme, hay muchos casos...). En el caso de Dani, por ahora realmente sentimos que puede disfrutarlo mucho. Si el día de mañana la vemos agotada, no quiere ir, etc. todavía puedo plantearme reducir su jornada. Iremos viendo.
    Bea, de que es un colegio respetuoso con los chicos no me cabe duda. No es la institución perfecta -¿la habrá?- pero Dani va muy contenta. Y lo de someter a un niño de 5 años a la presión de un examen de ingreso en inglés me parece innecesario, pero muchos no piensan así...

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