¿Para qué escribo? Para contar mi historia, una más entre tantas historias de madres, pero no una cualquiera porque es la que me toca. Para contactar madres o padres de la blogósfera, cual botella al mar. Para mantener mi escritura activa. Para registrar momentos mientras mis chiquitos crecen vertiginosamente rápido.

martes, 14 de febrero de 2017

Redefiniendo el amor (a propósito de San Valentín)

Para mí, el amor es un viaje.

Ya he pasado casi 13 años viajando junto al amor de mi vida. Nos conocimos siendo dos jóvenes de 22 y recorrimos la veintena y media treintena codo a codo. Hemos compartido aprendizajes, como el irnos a vivir solos, fuera de la casa paterna (materna, en mi caso) y después, la convivencia. Lo que a muchas parejas les cuesta el romance, en nosotros funcionó intensificando aún más el amor, las ganas de crecer juntos, el deseo. Claro que no pueden faltar las preocupaciones -como el dinero, obvio-, las discusiones o las diferencias que se acentúan. Pero nada de eso nos detuvo.
Compañeros en el viaje más importante de todos.
Durante cuatro años compartimos salidas, cine, recomendaciones de libros y de música, helados, comer afuera, recitales, fiestas, amistades, fuimos "novios" en el sentido habitual de la palabra. Después encontramos que viajar juntos nos apasionaba, recorrimos el país, soñamos con pasar más tiempo uno al lado del otro y decidimos convivir. Unos años después, justamente en un viaje por el norte argentino, él me propuso casamiento, y formalizamos la relación frente al mundo (no que nos hiciera falta, pero fue lindo hacerlo y sentirnos aún más parte de la familia del otro).
Pudimos tomarnos más de un avión, conocer hermosos lugares a la par que seguíamos conociéndonos.

Y poco tiempo después, la llegada de Dani nos transformó la vida para siempre.

Convertirnos en padres, definitivamente, fue una revolución y sí que puso a prueba el amor de pareja, mucho más que la convivencia o que los papeles. El nacimiento de un hijo es lo que te marca un antes y un después. Por momentos, dejás de sentir que formás parte de una pareja, y ambos parecen integrar un equipo abocado a la eterna tarea de criar al bebé. Se pierde la intimidad, se desdibujan los momentos románticos en esa niebla de noches mal dormidas, vómitos, pañales, vacunas y teta a cualquier hora. No por nada son muchas las parejas que se separan después de ser padres. Es una prueba de fuego, que si bien en nuestro caso sirvió, a la larga, para fortalecernos, no fue nada sencillo.

De a poco, se vuelve. Se vuelve a compartir momentitos (robados al sueño) de acurrucarse a ver series en el sillón primero, de abrazarse con pasión después. Se vuelve a salir, con ayuda de las abuelas en lo posible. Se vuelve al cafecito a solas primero, a cenar afuera después, al cine eventualmente. A la escapada en pareja... supongo que se vuelve, todavía no se nos dio. Pero fíjense cómo es que las cosas se acomodan que unos años después, nos convertimos en reincidentes.

Hoy, 14 de febrero, hace justo un año que nos enteramos de que Quiqui formaría parte de nuestra vida. El gordo ya tiene cuatro meses. Y si bien aún no duerme toda la noche ni lo dejamos con nadie, esta noche de los enamorados nos podemos permitir una cena romántica cuando los chicos se duerman.

Visitando el Jardín Japonés
y soñando con el futuro viaje.
Pero lo más importante de este día de San Valentín es que por fin caigo en la cuenta de que el amor, lo que entiendo por amor profundo, verdadero y eterno, se ha redefinido para mí. Ya no tengo un solo amor de mi vida: tengo tres. Mi compañero, mi pareja, mi marido, por supuesto, no me imagino un día en el futuro en el cual él no esté conmigo. 
Pero también mi enana mayor, Dani, contestadora, rebelde, cariñosa, curiosa, divertida, con quien tenemos pensado viajar juntas a Japón alguna vez, ella también es mi amor. 
Otro viaje que recién empieza.
Y mi chiquito Quiqui, descubriendo el mundo, viajando por ahora más entre mis brazos que fuera de ellos, el hecho de que lo ame hace menos tiempo no significa que ese amor sea menos intenso.

De ellos tres me siento profundamente enamorada. Son mis compañeros de viaje, de ese viaje único que hacemos todos nosotros a bordo del planeta Tierra, y que nos sorprende incluso cuando no tenemos la oportunidad de alejarnos demasiado de casa. 
Así que hoy tengo tres motivos para sentirme agradecida, amada y para celebrar el amor, el viaje más importante de todos, más allá de la fecha comercial. 

¡Feliz día para mis tres amores! Brindo por nosotros.

2 comentarios:

  1. Me encanto lo que escribiste!! Celebramos el amor de la familia que formamos. Ustedes tres son lo más importante que tengo en la vida. Los amo!!

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  2. Qué hermoso, chicos. Sí, el amor de pareja se redefine, y se descubren nuevas formas de amor, como cuando nacen los hijos. Y así es como el amor pervive, supongo. Enhorabuena a ambos.

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