¿Para qué escribo? Para contar mi historia, una más entre tantas historias de madres, pero no una cualquiera porque es la que me toca. Para contactar madres o padres de la blogósfera, cual botella al mar. Para mantener mi escritura activa. Para registrar momentos mientras mis chiquitos crecen vertiginosamente rápido.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Mamá re-cargada

Cuando decidí darle a mi blog un nombre, lo primero que pensé fue en "mami recargada", en el sentido de que se recargan las baterías, o que se vuelve a llenar una botellita de agua para seguir tomando, pero finalmente me decidí por el término en inglés. Y no, no solamente por la película Matrix (la segunda parte no me gustó nada) sino porque me pareció que el término extranjero no tiene la connotación negativa que puede tener en español (al menos, el español argentino que hablo) re-cargada, como sobrepasada, demasiado cargada, abrumada, etc. 
Ser mamá de dos, en principio, ha sido una manera de redoblar mi alegría por ser mamá, de sentirme más segura. Ya sea por la experiencia previa o bien por procurar hacer algunas cosas distintas, como conté cuando hablé de mis primeras veces con dos hijos, me siento mejor mamá por serlo por partida doble.
Cara de "mami re-cargada" necesita sus espacios...
Pero hay días en que debo admitir que sí me siento recargada. En el sentido de re-cargada. Recontra.

Esta fue una semana difícil. Y no, no tanto por las noches interrumpidas por mi bebé, que todavía no tiene dos meses. Más que nada, es Dani, mi hija mayor, la que me satura por momentos. Está muy celosa de su hermanito, que cada vez está más adorable. Cuando nació, en ella predominaba la alegría y la ternura hacia el nuevo bebé que los celos. Pero ahora que los desconocidos me paran por la calle para alabar al bebé, ahora que él sonríe y pasa más ratos despiertos, ella siente como nunca que ha perdido el estrellato. Y nos lo hace notar. 
Lo peor es que se porta terrible cuando estamos los cuatro juntos, con su papá, y cuando más siento que tendríamos que disfrutar del tiempo en familia, nos lo pasamos los dos retándola y volviéndonos locos para arreglar todo lo que el huracán Dani va dejando en su camino de destrucción... 
Y yo entiendo que ella necesita más que nunca saberse amada, comprendida... que debería armarme de paciencia y darle dosis extra de abrazos en lugar de gritarle que no se toca el ventilador, que no se les tiran ramas a los autos, que no se le pega a mamá o que la comida es para comer y no para jugar... Pero a veces la situación me sobrepasa. Esta semana, por ejemplo, se complicó más de la cuenta porque Dani se pescó una conjuntivitis, yo me la contagié, y ya expliqué que no soy buena con los temas de salud, ni míos ni de mis hijos.

Mientras tanto, con Quiqui también me ocurre que, al estar más grande y más vivo que antes, me demanda más esfuerzo: quiere dormirse solamente conmigo y no con su papá, o sea que, además de la teta, ahora siento que soy la encargada de que descanse. Pareciera que depende de mí para todo. 
Y si a esto se le suma que mi marido viene de unas semanas muy ocupadas en su estudio y su trabajo, no es de extrañar que me sienta sobrecargada. El no contar con espacios propios más que la maternidad, el no salir sola a la calle siquiera a dar una vuelta manzana porque soy la única disponible 24x7 para cuidarlos a ambos chicos, el que encima mi hija mayor esté tan difícil y se la tome conmigo (¡como debe ser! No quisiera que se desquitara con el bebé), todo esto me deja agobiada.
Extraño juntarme con mis amigos. Esta semana me puse de muy mal humor porque se organizó una mega salida para ir a ver Doctor Strange y me la perdí. Extraño el cine. Extraño mis clases de yoga. Hasta extraño mi trabajo a veces. Sé que terminaré por volver a cada una de estas actividades de acá a un tiempo, pero por ahora a veces siento que soy mamá, y nada más. ¡Y es duro!

Hoy, sábado, hicimos algo al respecto. Hablé con el papá, le dije que prefería ir YO a hacer las compras, que él se quedara con los chicos. Y hubo algo más: Quiqui tomó en brazos de su papá su primera mamadera (de mi leche). Se la tomó con ganas, como el gordito que es. Esto me dejó un poco más tranquila, saber que puedo llegar a salir y que él se alimente igual en mi ausencia. Y Dani se puso muy contenta cuando le dije: "al cumple de tu amiguita la semana que viene te llevo yo, yo sola, y papi se queda cuidando a tu hermanito. Nos merecemos una salida de chicas".
Y necesitamos reconectarnos, volver a sentir lo lindo que es pasar el tiempo juntas.
Y yo, apreciar lo maravilloso de tener dos hijos y recuperar paciencia para esperar el reencuentro con las otras partes de mi vida que ahora aparecen ausentes o desdibujadas.


2 comentarios:

  1. Entiendo que te agobies, pero veo que vas tomando buenas decisiones. Un saludo, amiga, y ánimo!

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  2. Gracias por tus palabras. Es grato saber que alguien más está pasando por exactamente la misma situación :D

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