En estos días, esa pregunta me la hacen muchos de los que vienen a conocer a Quiqui. También yo me lo preguntaba durante el embarazo. Hablé con mi partera al respecto, así como con varias mamás que conozco que se han atrevido a ir por el segundo niño. Por mi parte, yo había crecido escuchando la historia de los partos de mi propia mamá. El mío (el de su hija mayor) fue bastante bravo: más de 12 horas de trabajo de parto luego de romper bolsa, yo terminé naciendo con forceps y mi mamá necesitando una transfusión. El de mi hermana, 17 meses más tarde, un parto "de película" según cuenta mi mamá: rápido, casi sin dolor, a pesar de que la beba pesó más de 4 kilos.
En mi caso, puedo decir que, definitivamente, este segundo parto fue más rápido. Yo con Dani había tenido un parto natural, tras 6 u 8 horas de dilatación y 2 más pujando en la sala de partos (si bien bajo efecto de la peridural no se me hizo tan tremendo como suena). Con Quiqui fueron solamente 2 horas y 40 minutos desde que me interné hasta que lo tuve en brazos. Nació en ¡dos pujos! y no llegaron a verlo salir al mundo ni su papá (que estaba terminando de ponerse el ambo para entrar) ni siquiera mi obstetra, que entró detrás de él. Me asistió una partera amorosa que me dio muchísimo ánimo pese a que nunca la había visto antes.
Ahora sí, lo que recuerdo de este último parto fueron unas primeras 2 horas de contracciones bastante manejables con la respiración (y donde me ayudó muchísimo el papá)... y unos 15 minutos de agonía mientras terminaba de dilatar y aún no había llegado el anestesista. De hecho, creo que casi no llegué a beneficiarme de la peridural esta vez, me la aplicaron y a los 2 minutos parí, así que dudo que haya llegado a hacerme efecto.
En esos 15 minutos creo que experimenté un dolor "concentrado", mayor incluso al que recuerdo del parto de Dani. Lo loco es que se trata de un dolor trascendental, de alguna manera una siente que es necesario (y lo es) para poder verle la carita a tu hijo y pocos minutos después, cuando tenés al bebé encima tuyo, todo resbaladizo como un pez y mirándote con cara de susto, ese dolor se olvida. Por cierto, de mis dos partos guardo idéntica sensación de orgullo y de logro cumplido.
Esta vez estuve más consciente que la primera que el parto es un trabajo de dos: de la madre y del bebé. Tampoco Quiqui la habrá pasado bien: con sus 3,890 kilos, se fracturó una clavícula al nacer. Hoy día está muy bien, se va a curar solo, pero para él no fue sencillo venir al mundo como para mí tampoco fue traerlo.
Entonces, ¿es fácil parir por segunda vez? En mi caso, puedo contestar que no. Pero para las amigas primerizas que me lo preguntan, respondería que el saber que tanto dolor tiene recompensa y el hecho de que sea más rápido todo, es razón más que válida para perderle el miedo a tener un segundo hijo.
A mi me pasó lo que a vos con el segundo, con la primera. Sentí tal cual 15 minutos de agonía hasta la anestesia, dos pujos u afuera. Con el segundo tengo terror de tenerlo en la calle ja ja
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