¿Para qué escribo? Para contar mi historia, una más entre tantas historias de madres, pero no una cualquiera porque es la que me toca. Para contactar madres o padres de la blogósfera, cual botella al mar. Para mantener mi escritura activa. Para registrar momentos mientras mis chiquitos crecen vertiginosamente rápido.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Edipito

Hay un varón alto, de ojos café y escasa cabellera que me mira con devoción. Que quiere dormirse a mi lado cada noche, y que se aferra a mi abrazo para no soltarlo. Cada vez que me ve, me hace saber que sí, que soy la mujer de su vida, que no hay otra tan hermosa ni tan perfecta como yo, y que me va a amar con toda su alma hasta el fin de los tiempos. Y que nada ni nadie podrá interponerse nunca entre nosotros.

Estoy hablando, claro, de mi hijo de dos años.
Lo único quele gusta más que su mamá
son los autos y otros vehículos.
No se me despega, es normal verlo agarrado de mi falda, se sube a upa mío cuando estamos viendo tele o cuando comemos -y ay de mí si quiero cortar la comida tranquila, ¡la sugerencia de sentarse en una silla a mi lado le resulta casi ofensiva! Por la calle ya no usa cochecito, pero muchas veces es difícil convencerlo de que camine porque quiere que lo lleve en brazos -y yo, yo sola, jamás el padre. Cuando finalmente lo convencemos, me dice "NANO" y me agarra de la mano. Llora desesperadamente cuando se da cuenta de que algunas mañanas no seré yo la encargada de llevarlo al jardín, o algunas noches cuando no me toca llevarlo a dormir (nos turnamos con el papá). Por estos días, Quiqui parece estar en pleno auge del conocido Complejo de Edipo. Está "mamero" y "pegote" en criollo, vamos. 

A Dani y a PapiReloaded a veces los desconcierta. Dani me reclama también "¡Pero si vos te sentaste con él en el desayuno! Ahora te toca conmigo". Y el pobre padre lo tolera con mucha paciencia, pero reconoce sentirse un poco rechazado, y que con Dani no le tocó pasarlo. 
Yo, por un lado, a veces me siento abrumada con el nivel de demanda permanente de este chiquito mío, sobre todo de noche. Ya veníamos durmiendo mejor y de nuevo volvió a despertarse seguido. Y cuando va el padre, le arma tremendo escandalete.
Pero, por otro lado, me encanta sentirme tan especial para él, tan querida y tan necesitada. Sé que es una etapa pasajera, que dentro de unos añitos mamá será esa señora ya medio vieja que lo avergüenza  delante de sus amigos cuando lo pasa a buscar por el cole. En el mejor de los casos, seré esa mamá todavía linda que genera comentarios inadecuados por parte de sus amigos, pero de cualquier manera le voy a dar vergüenza... 
Mejor disfrutarlo ahora que se pone contento como nadie al verme llegar. Mejor juego mucho con él ahora que sí quiere jugar conmigo. Cuando juegue en línea al Fortnight 7.0 dentro de unos años con sus amigos de la Generación Alfa, le voy a parecer de la prehistoria.